Biografia de Claudio Pizarro

Claudio Miguel Pizarro Bossio, nació un 03 octubre de 1978 en el Callao, Perú.

Más conocido como El Bombardero de los Andes, El Comandante, El Dios Inca e Incakaiser.
Pesa 79 kilogramos y su talla es de 1.85 mts.
Casado con Karla Salcedo y padre de dos niños.
Debutó el 26 de marzo de 1996 (Depertivo Pesquero 0 -Alianza Lima 2)
Jugó en el Deportivo Pesquero, Alianza Lima (Perú) , Werder Bremen (Alemania) y actualmente es integrante del Bayern München (Alemania) vistiendo la camiseta número 14.
Tiene una convicción férrea que le ha permitido sortear diversas dificultades para llegar donde está. Fue ayudante de maquinista en una imprenta familiar, pero el fútbol pudo más. “Muchos creen que todo me llegó muy fácil, pero eso no es así”, dice.

Tal vez habría que echar una mirada al pasado de Claudio Pizarro para notar que el muchacho siempre antepuso la lucha a la adversidad. El tesón a la dificultad. El esfuerzo a cualquier imponderable.

Porque pocos saben que siendo un niño de once años de edad tuvo que alejar sus sueños de Lima. Y arrimar las ilusiones a Paita, la norteña localidad piurana a la que la Marina de Guerra había destacado a su padre. Y el pequeño Claudio le dijo también adiós a las comodidades que conocía en la capital. A los amigos de la infancia. A los paseos en lugares recurrentes. Fue una vivencia difícil, pero que terminó favoreciendo su contacto con otras realidades. Era la lucha ante la adversidad.

Y ahora recuerda cuando debió olvidarse cuatro meses del fútbol, para introducirse en los estudios. Es que con 16 años a cuestas, la selección Sub 17 lo eligió como un integrante ineludible.

Pero los entrenamientos y constantes viajes habían hecho mella en su rendimiento académico. Justo en el último año de secundaria. Así que sus padres tomaron la decisión, luego del Sudamericano de la categoría de 1995, realizado en Lima: Claudio dejaría el fútbol por todo el tiempo que demandara su recuperación académica. Y así fue. Cuatro meses sin su amor adoptivo, el balompié. Pero Claudio dominó la situación. 120 días de intenso estudio. Y, al final, otra vez al fútbol. Era el tesón ante la adversidad.

Pero hubo más. Ya cuando contaba con 17 años cumplidos, Roberto Challe le dio la ocasión de integrar el primer equipo del Deportivo Pesquero. Las prácticas, con un Claudio recién egresado del colegio, se realizaban por las tardes. Pero por las mañanas el muchacho sudaba más que en los entrenamientos: debía ayudar en la imprenta de la familia.

“Eso es verdad –admite hoy–. Trabajé como ayudante de maquinista. Me dedicaba a hacer el ‘trabajo sucio’, a cargar de tinta las máquinas y a limpiarlas”. Eso era el esfuerzo ante cualquier imponderable.